…Y dio a luz a su primogénito y lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre,
Porque no había lugar para ellos en el mesón.
Lucas 2:1-7
Qué tiempo de espera, parece muy largo, entremezclado de angustia y alegría. Más aún si llegado el día del parto no se encontraba un lugar donde dar a luz al niño tan esperado, todos los mesones y hospedajes estaban ocupados. Habría sido frustrante, doloroso y a la vez emocionalmente fuerte para María y José, ellos hubieran insistido o luchado buscando privilegios siendo que el Salvador el Rey de reyes vino a nacer. Sin embargo, ellos se hospedaron, en un pesebre signo de humildad y sencillez, aun en pequeños grandes detalles aprendemos de nuestro Señor, respetar los derechos de los demás, no importa el lugar que uno ocupa. Es allí en aquel lugar sencillo comienza a transformase la tristeza en gozo. Y también comienza los preparativos del alumbramiento. Esta será su más grande experiencia y privilegio de dar a luz al Rey de reyes. ¿Algo le habría contado su prima Elizabeth, del alumbramiento de su sobrino Juan? posiblemente. Y María habría compartido con José, y él la ayudaría. La ternura de ambos haría de este nacimiento un acontecimiento que siempre la historia recordaría.
Ella y José sabían, por adelantado, que esperaban un varón del linaje de David. Por más de ocho meses, no solo esperaba su primogénito sino era la espera más esperada del pueblo de Dios. María, como en todo alumbramiento siente la fuerza de sus emociones y a la vez la alegría de la experiencia de ser madre, no cesaba de dar gracias a su Señor. El sueño de toda mujer judía era ser la madre del Mesías, se había hecho realidad en su vida. Jesús llegaba dentro del más grande proyecto de Dios para la humanidad. En que la salvación se manifiesta en la vida de Jesús quien es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
. Pastores, magos, ángeles, van pasando por la casa donde estaba el establo donde María dio a luz al niño. Diversas actitudes, podemos vislumbrar, actitudes de misericordia por el lugar en el que ha nacido el niño; actitudes de preocupación, preguntándose, ¿será este un hijo de David, pero por qué en un pesebre?; pero diciéndose con alegría y admiración nos ha nacido un salvador, como lo había prometido el Señor, una virgen dará a luz un hijo, que será Emmanuel, Dios con nosotros.
Contradictorio, tal vez, que el Rey de reyes naciera así. La historia nos dice que no hubo lugar para ellos en el Mesón. María y José tuvieron que experimentar lo que se estaba revelando, a través de ellos. Dios se estaba despojando de su gloria, su humillación hasta lo sumo había comenzado y camino que alumbraría nuestras vidas y guiándonos a tener paz con Dios y ser pacificadores, para que abunde el amor.
Que en este tiempo de pascuas, donde no haya amor abunde el amor de Dios.
Que la felicidad sea haber encontrado, después de un largo viaje o tal vez de un trecho cercano, en los campos de Belén, en ese establo, al Dios que ha entrado en nuestra historia, en la historia de nuestras familias y la historia de nuestras vidas.
Kelit
jueves, 25 de diciembre de 2008
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